miércoles, 23 de noviembre de 2016

Del "casi nada" al "absolutamente todo".

Buenos días, bloggeros:

Hoy quiero hacer una entrada al respecto de la situación actual de la educación. No es nada nuevo que las cosas han cambiado muchísimo y, en la mayoría de los casos, es para mal. Vayamos por partes.

En mi caso, tengo 32 años, por lo que terminé mi etapa de Educación Primaria hace aproximadamente 20 años, es decir, no hace tantísimo que yo era alumna. Recuerdo perfectamente que lo que decía mi maestro -llamado Don Antonio, y muy "culpable" de que yo haya elegido esta profesión-, iba a misa; si yo le decía a mi madre que me tenía manía o que me había hablado mal, la bronca me la llevaba yo, jamás se cuestionaba a los maestros y, muchísimo menos, iba a ir a la escuela a montarle ningún lío, a decirle cómo dar las clases o qué hacer durante las horas lectivas. 
Por otro lado, eran los maestros o tutores quienes citaban a los padres cuando algo iba mal o necesitaban hablar sobre el alumno, y a muchos padres ni les veían durante el curso escolar, ya que a pesar de citarles, no acudían a las tutorías.
Pero ahora, siendo yo docente, me encuentro con el extremo opuesto: madres que te piden tutorías desde la primeras semanas de clase, y no en todos los casos, pero en bastantes ocasiones tenemos que aceptar "consejos" gratuitos sobre cómo dar las clases, con quién sentar a los niños/as, qué deberíamos hacer ante determinadas situaciones...en definitiva, aguantar de buenas maneras y sin alterarnos que nos cuestionen nuestro trabajo continuamente.

Ni tanto, ni tan calvo. Un punto intermedio sería lo ideal, pero es lo que menos predomina.

Quiero que quienes lean esta publicación comprendan que los docentes entendemos y empatizamos con los padres, sabemos que la preocupación para con los hijos es absolutamente normal, pero también hay que hacerlo a la inversa, es decir, posicionarse del lado del maestro/a y ponerse en sus zapatos. Estamos en aulas llenas de alumnos, intentando que avancen, que aprendan, que desarrollen al máximo sus capacidades y potencialidades, además, tenemos que hacer trabajo burocrático, realizar formación continua, establecer lazos y coordinación entre nosotros y, para terminar, estar en contacto directo con los padres, contacto que, dada la tan extensa demanda, no nos da tiempo a realizar como nos gustaría, ya que ahora nos encontramos con que los padres y madres nos piden tutorias casi semanalmente, y al disponer solo de 1 hora semanal, podemos atender a 2-3 como máximo. En fin, que es el pez que se muerde la cola.

Os voy a adjuntar un par de enlaces muy interesantes. Uno es de Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, un gran defensor de los docentes. El otro es sobre la educación, por parte del programa de La Sexta "Salvados".



Me gustaría también decir, y no es la primera vez que lo hago, que los docentes queremos mucho a nuestros alumnos, nos preocupamos por ellos y siempre, absolutamente siempre, tomamos las decisiones que creemos que les beneficiarán, y las meditamos mucho antes de realizarlas (llámese repetir curso, suspender una asignatura, cambiarle de sitio en el aula, aplicarle un castigo...). Pero para poder realizar nuestra labor, necesitamos sentirnos respaldados también por los padres y madres, saber que entienden que es nuestro trabajo, y si no le decimos al panadero cómo debe hacer el pan, al mecánico qué aceite usar o al abogado cómo defendernos, tampoco deberíamos decirle al docente cómo dar clase. Creedme cuando os digo que cada vez son más los docentes con una vocación total; nis cuesta mucho llegar hasta aquí, así que los que estamos (en la gran mayoría de los casos), amamos nuestro trabajo y tenemos una formación bastante extensa (carrera, máster, oposiciones, algún idioma, cursos...). 

Bueno, pues aquí lo voy a dejar por hoy, no sin antes dar las gracias por vuestro tiempo y paciencia. Espero que entendáis estas palabras y podáis comprender que, a veces, nos sentimos un poco vulnerables ante la sociedad, habiendo pasado de ser muy respetados, a tener que "torear" casi a diario en muchas plazas (perdón por el símil, no me gusta la tauromaquia, pero creo que así podréis entenderme mejor).
La semana que viene volveremos con una publicación de ámbito deportivo, de la mano de mis alumnos de ESO. Hasta entonces, un abrazo y muchas gracias por leernos.

¡Hasta pronto!

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