domingo, 20 de mayo de 2018

MAESTROS INTERINOS... MUCHA ILUSIÓN Y MUCHÍSIMOS KILÓMETROS.

Allá por el 2011, a mitad de julio aproximadamente, conocí mi nota de oposición. Era la primera vez que me presentaba, me preparé a conciencia (compaginando -como muchísimas otras personas- trabajo, familia, casa...). La nota final fue de 9.3509, pero no saqué plaza. 
¡¡¡No pasa nada!!! -me dije-, ¡¡¡seguro que me llaman pronto!!!
Así que esperé, con ilusión y muchas ganas de comenzar mi andadura como maestra de Educación Física. 

A lo largo de ese verano me presenté a otro examen para el ayuntamiento de mi pueblo (Águilas, por cierto, en Murcia. ¡¡¡Precioso lugar!!!), y aprobé, así que empecé a trabajar como técnico deportivo desde el mes de septiembre. Pero, tal y como esperaba, a finales de enero de 2012 me llamaron para convertirme en interina. Málaga fue mi primer destino...¡¡¡POR UN DÍA!!!
Sí, como lo has leído. 1 mísero día. La titular de la plaza se incorporó a la mañana siguiente. Así que, hecha un mar de lágrimas, recogí mis bártulos y regresé a casa (con más gastos que beneficios, y serias dudas sobre si había hecho bien al renunciar a mi trabajo en el polideportivo de mi pueblo). Pero me dije que no, que ser maestra era mi objetivo y pasión, que seguro que había sido una mala casualidad.

Pocos días después me llamaron. Esta vez para ir a Montoro (en Córdoba), durante 11 días. Sustitución de una paternidad (en aquel momento los papis solo tenían 15 días de baja). Así que allá me fui. Una experiencia breve pero estupenda.

Vuelvo a mi casa (4 horas de coche), y al estar cerrando la puerta -literalmente- me suena el teléfono... ¡¡¡DELEGACIÓN DE CÓRDOBA!!! ¿¡En serio!? Ahora me reclamaban de Montilla, para unas 2-3 semanas, que resultaron ser 2 días, ya que el compañero se incorporó con el alta voluntaria. Así pues, de nuevo llorando como una loca, y habiéndome gastado mucho más dinero del que había ganado en esos dos días, regresé a casa. 

Ya en marzo me llamaron para irme a Sabiote, un pueblecito de Jaén, en el que estuve hasta final de curso... ¡¡¡por fin!!! Aquello fue otra cosa. Me dio tiempo a aprenderme los nombres de los niños, conocer a mis compañeros y disfrutar de momentos estupendos con ellos, conocer a familiares que tengo por la zona... recobré la esperanza sobre haber tomado la decisión correcta. 

Al siguiente curso tuve mucha "suerte", ya que tan solo estuve en un colegio, en Jaén capital, desde final de noviembre hasta el 30 de junio de 2014. Y fue fabuloso: pude dar clase a conciencia, programarme bien, aprender muchísimo de mis compañeros, conocer bien a mis alumnos...sentirme MAESTRA, con mayúsculas.

Ya en el curso 2014-2015 repetí experiencia de estar 1 solo día en un colegio de Vélez-Málaga. Y no os imagináis lo que duele eso... es horrorosa la sensación de sentir que solo somos un número, de pensar que no tienes un "lugar". Ver la cara del/la compañero/a que te tiene que decir que mañana ya no estarás en el colegio. En fin... lágrimas y kilómetros a parte, unos 7 días después me llamaron para una vacante, en la serranía de Ronda. 

Y ya, los últimos 4 cursos he tenido más "suerte", puesto que he ido cogiendo vacante informatizada y/o en septiembre, lo que quiere decir que vas a estar todo el curso en el mismo colegio, con todo lo maravilloso que ello conlleva: una única casa, ropa fuera de la maleta, mismos compañeros con los que trabajar en equipo, tu clase, tus alumnos... Eso sí, entre medias han habido oposiciones de nuevo (un 8.1 tampoco fue suficiente aquella vez), y una de las convocatorias congelada.

Con esta parte de mi biografía quiero preguntaros (de parte del profesorado interino) que SI ESO NO ES VOCACIÓN, EXPLICADME DE QUÉ SE TRATA. No me gusta escuchar taaaaaaaaan a menudo que los maestros nos dedicamos a eso por las vacaciones, que solo trabajamos 5 horas al día (JAJAJAJA...!!!), que llegar a donde estamos es muy fácil (carrera "corta y sencilla", ¿¡solo 25 temas en las oposiciones!?), que aprobar oposiciones no es sinónimo de ser buenos profesionales... 
Os aseguro que a quien no le gusta ésto no se recorre una decena -o docena- de colegios en 2 o 3 cursos, ni oposita 2, 3, 4, 5 o más veces (que si multiplicamos, son 4, 6, 8, 10 o más años con esa esclavitud), ni están dispuestos a separarse de su familia, pareja e incluso hijos, para enseñar lo mejor que sabe y puede a los hijos de otros, ni a ir de excursión con decenas de peques (POR LO QUE NO NOS PAGAN MÁS), ni a ir de viajes de estudios, ni a hacer un mínimo de 2 formaciones anuales obligatorias (y no, tampoco nos pagan por ello, ni nos quitan horas de trabajo), ni a sacarse por narices un B1 y/o B2 de Inglés y/o Francés, ni a un largo etcétera de cuestiones más.

Creedme cuando os digo, no solo por mi propia experiencia, si no por boca de la grandísima mayoría de mis compañeros, que nos encanta nuestro trabajo, que intentamos mejorar día a día, que adoramos a los niños y niñas, que estamos muy capacitados para enseñar a los alumnos (y aprender de ellos también), que las oposiciones nos enseñan mucho -a pesar de lo injustas que son-, y que somos fundamentales para que las futuras generaciones estén preparadas. Que podéis confiar en nosotros. Que adoramos la docencia. ¡Ah! y que -al menos en Andalucía- TODOS los interinos (bolsas extraordinarias a parte) han aprobado al menos una vez las oposiciones, y con buena nota.
Y que sí, que como en todos los trabajos, habrá algún maestro/a menos motivado, o que se ha dado cuenta de que no le gusta esta profesión (camareros/as, dependientes/as, médicos/as, arquitectos/as, conductores/as, limpiadores/as, políticos... ¿nunca os habéis encontrado con alguno/a que sea antipático, "mal profesional", o desmotivado?). Pero con el gran esfuerzo y todo lo que tenemos que hacer para llegar a desempeñar nuestra profesión, os repito, muy pocos conoceréis que no estén ahí con gran ilusión y muchísimas ganas de enseñar.

Y respecto a los docentes funcionarios, reincidir en lo mismo, puesto que ellos ya han pasado por lo mismo que os acabo de contar y, además, tienen años de experiencia que les han hecho mejorar, aprender, economizar el tiempo, tener sus programaciones más que preparadas, poner en práctica sus métodos, aplicar otros nuevos... 

Tampoco pretendo santificar al colectivo docente, en absoluto. Quiero que se nos valore, que se nos respete, que se nos dé la autoridad y confianza que nos merecemos. Que no se nos cuestione, ya que nosotros no cuestionamos al resto de colectivos. Hemos elegido esta profesión, eso significa algo, ¿no?



Por hoy me despido ya, dándoos muchísimas gracias por vuestro tiempo, queridos lectores. ¡¡¡Hasta pronto!!!

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